¡Hola guapísimas!.
Soy una enamorada de los coloretes, blush, rubores o cómo queráis llamarlos. Su labor principal es otorgarnos buena cara al instante, sin necesidad de pellizcar los pómulos cómo si no hubiera un mañana (cómo hacían nuestras abuelas o madres, porque si no había otra cosa, imaginación al poder). Recuerdo que mi madre era muy sencilla, una pasada de labial por las mejillas y a extender bien con los dedos. A ella, rubia y con ojos azules, no le hacía falta mucho más, no se complicaba la vida, porque ni tenía mucho tiempo (nosotras no se lo dejábamos) ni abundaba la variedad en cosmética por aquellos tiempos.